





¿Qué puede uno ver por DIEZ pesos? al sentarnos lo descubirmos: el acto primero fue el de los vendedores, aparecieron como el humo.... primero alguien vendiendo globos, luego una chica con varitas "magicas", le siguieron las narices luminosas, las matracas eléctricas, pistolas de confetti, manzanas con caramelo, algodones de azúcar, palomitas, dulces, refrescos... y así hasta convertir esos 10 pesos de la entrada en mínimo 50 (siendo moderadamente antojadizo o llevando un duende de más de 2 años).
El escenario fue lo mejor, sin duda, me vi ahí con 7 u 8 años al lado de mi papá y un algodón de azúcar. El mismo telón rojo, las mismas mamparas cubiertas de dorado, el domador de tigres con el mismo saco negro y corbata de moño, el mismo aroma... aaaaaaaaahhhhhhhh! que rico es recordar algo así. Me quedo con eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario