24/2/09

grabando grillos

Era verano y caminábamos entre los bambúes (rayados como cebras hepáticas), un zumbido me detuvo, a menos de una palma de distancia de mi oído "flotaba" un colibrí y ahí permaneció hasta que pude distinguir todos sus colores. 
Un verano después me tatué una "chupa-rosa" y el que lo hizo tiene un singular afecto por los sonidos. Le he visto grabar insólitos ruiditos y no es que yo sea la mujer tatuada sino que nos hemos vuelto buenos amigos. Su historia insospechada: trabajaba entre barcos de mañana, tatuador de tarde y músico cuando se puede (así era antes, ahora de día es fotógrafo lo demás sigue igual). Esa noche estábamos en casa de una amiga, la neblina era muy densa y los grillos abundaban... Fueron minutos de minimalismo.

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