19/2/09

el comedor

Desde la primera noche me alucinó. Eramos 23 con la tripa rugiendo y aún no era hora, esperen 10 minutos más. Paseaba a oscuras pensando en la distancia, el frío y lo extraño de la situación cuando recordé que no traía cámara conmigo, fui por ella (no sé como no tropecé y me partí algo, la noche era tremendamente negra). Al volver ya no quedaba nadie, "ya habrán entrado"; llegué y todo lo iluminaban velas... tres tablones desnudos y sillas, bastantes. Para qué describir el deleite, sola eso si, pues todos se fueron como aglutinando y yo soy de pocas palabras. 
Dormí como reinita, panza llena corazón "retecontento". En la mañana no aguantaba las ganas de entrar ahí de nuevo, ahora con esa luz brillante de las primeras horas de sol. La comida era un buen punto a su favor pero el lugar en si era como para hacer camping, si ahí mismo tenderte y sacar tu libro, preparar un té... quitarte los zapatos. Lástima que solo me quedé con las ganas pues siempre estaba lleno (quizá todos lo deseábamos y hacíamos guardia, quizá alguien lo logró).


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