19/6/11

el paso de las cosas


Estoy sentada en una silla plegable, modelo playero que se dobla y guarda en una bolsita casi siempre azul.
Mi silla de siempre -bueno, sobre la que me he sentado por 10 meses- está fuera con una etiqueta de $100 en la espera de mudar de dueño.
Las cosas vienen y se van, algunas veces muy rápido, otras veces parece que una extraña ley física las une a nosotros aunque no lo deseemos.
Hubo un tiempo en que una mudanza permaneció conmigo casi intacta por 2 años, no eran cosas mías, claro, todo pertenecía a un buen amigo que decidió probar suerte en un país lejano. No sabía cuando volvería y yo, recién llegada, acepté quedarme con todo su "menaje". Al principio todo fue felicidad (como la ropa lavada, seca y doblada en un cajón) pero mi instinto errante empezó a emanciparse, quería mudarme y eran muchas las cosas que debía cargar...uf! El asunto se convirtió en pesadilla y para cuando retornó de su largo viaje yo estaba por quemar todo; afortunadamente no lo hice y la historia acabó medianamente bien.
Ahora es casi ley que cada que me mudo me deshago de toda cosa que no se me acomoda.
Por primera vez en ésta ciudad tendremos una casa por contrato, quizá logremos durar un año sin movernos. Hace más de 5 años que nada nos ata por un lapso mayor de 6 meses.

1 comentario:

German Romero Mtz. dijo...

el tiempo pasa sobre las cosas y sobre la gente, a ver, ahora donde podemos ir a comer y tomarnos una cerveza