
Cuando tenía 15 ni me ocupaba de los funerales, la gente se moría y bien gracias. Ahora me duelen, los extraño y al visitarlos encuentro estos espacios tan desolados algo tranquilizantes. Ahí descansan todos, a pesar del momento de su muerte o de la vida que llevaron nadie la sufre... sólo los que aún tenemos latidos.
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