26/2/09

subir y dejarse caer...

muchos cielos y todos son uno, me muevo pero sigo en ésta tierra... ¿cómo es vivir siempre en un mismo lugar? acostumbrarse a los pájaros del árbol vecino, al perro que llora por las madrugadas, al carro que siempre duerme en mi entrada. Me hace falta el camino, el viento en la cara que me hace nudos el pelo... un lugar nuevo donde dormir llena de sonidos ajenos. Vivir moviéndose hasta que la tierra pare o algo dentro de mi lo haga.
La mariposa monarca hace patrones de vuelo que le heredan sus padres y sin tener idea de como es hacia donde va, sabe que debe seguir.

24/2/09

grabando grillos

Era verano y caminábamos entre los bambúes (rayados como cebras hepáticas), un zumbido me detuvo, a menos de una palma de distancia de mi oído "flotaba" un colibrí y ahí permaneció hasta que pude distinguir todos sus colores. 
Un verano después me tatué una "chupa-rosa" y el que lo hizo tiene un singular afecto por los sonidos. Le he visto grabar insólitos ruiditos y no es que yo sea la mujer tatuada sino que nos hemos vuelto buenos amigos. Su historia insospechada: trabajaba entre barcos de mañana, tatuador de tarde y músico cuando se puede (así era antes, ahora de día es fotógrafo lo demás sigue igual). Esa noche estábamos en casa de una amiga, la neblina era muy densa y los grillos abundaban... Fueron minutos de minimalismo.

21/2/09

leyendo el té

Hace unas semanas hablábamos de cómo es eso de que le lean el café a uno. Entre risas nadie aceptó haberlo hecho y la duda en el aire era como podía leerse algo así. Entonces vino a mi memoria una foto de mi taza de té... fue hace varios años, era una mañana fría y como es mi costumbre puse un pie fuera de la cama y caminé directo a prepararme un gran taza de te de jengibre (con canela?). Me la tomé y el día cobró forma; salí de casa y no volví hasta que la luz era amarilla-naranja sobre toda la ciudad. Se me antojó otra taza para sentirme oficialmente descansada y al tomarla para enjuagarla vi en el fondo una imagen:¿veo lo que quiero ver, es algo así como el test de rorschach?

20/2/09

madrugada

Los cables se cruzan y termino en un sueño donde recostado en un balcón no sueltas tu nikon... ¿qué fue de ella? no creo que la hayan enterrado contigo, ¿vive ahora en una caja compartiendo espacio con muchas de tus fotos? de seguro ya tiene bastante polvo y se siente un tanto miserable. Recuerdo cuando me la soltaste, tu mirada me dijo que era algo de cuidado. Ni siquiera sé como fue que la tuve conmigo una semana. Aquella noche, una antes de que me fuera, fuimos de madrugada por unas victorias. Vimos al hombre de la serpiente en el cuello y me describiste a tu bruja. No he vuelto por ese bar del centro.


19/2/09

el comedor

Desde la primera noche me alucinó. Eramos 23 con la tripa rugiendo y aún no era hora, esperen 10 minutos más. Paseaba a oscuras pensando en la distancia, el frío y lo extraño de la situación cuando recordé que no traía cámara conmigo, fui por ella (no sé como no tropecé y me partí algo, la noche era tremendamente negra). Al volver ya no quedaba nadie, "ya habrán entrado"; llegué y todo lo iluminaban velas... tres tablones desnudos y sillas, bastantes. Para qué describir el deleite, sola eso si, pues todos se fueron como aglutinando y yo soy de pocas palabras. 
Dormí como reinita, panza llena corazón "retecontento". En la mañana no aguantaba las ganas de entrar ahí de nuevo, ahora con esa luz brillante de las primeras horas de sol. La comida era un buen punto a su favor pero el lugar en si era como para hacer camping, si ahí mismo tenderte y sacar tu libro, preparar un té... quitarte los zapatos. Lástima que solo me quedé con las ganas pues siempre estaba lleno (quizá todos lo deseábamos y hacíamos guardia, quizá alguien lo logró).


eso de volar

Yo era la última del lado del pasillo, la primera con ventana era una señora que había visto desde la sala de espera, cargaba un "jesucito" con alas y un tocado de flores azules. Todo el vuelo (3 horas) rezó y cada que había turbulencia (unas 10 veces) le subía el volumen. Pienso que ni ellas (porque la que venían en medio también era del clan, la fila era de 3) ni yo nos sentíamos muy cómodas. Yo por su sola presencia (sus miradas eran siempre reprobadoras y me recordaban a las monjas de mi primaria) y ellas por el libro que traía en mis manos, "Perro callejero" de Martín Amis cuya portada es muy linda pero creo no de su agrado: un escote femenino MUY pronunciado acompañado de una gargantilla también MUY brillante y grande. Lo mejor vino cuando dejé el libro para pedirle a la azafata un ron con coca y me dispuse a tomar fotos; las señoritas -porque estoy segura de que lo eran- se empezaron a sofocar ¡no se estaban quietas! Ni hablar, no saldrán en la foto... el que siempre quizo aparecer fue el niñito, con la eterna bendición en la mano.